+Sentada en el patio con 12 años, me hice una herida con la inicial del chico que me gustaba. Me levantaba la postilla todos los días para que me dejase cicatriz y así no olvidarlo nunca. Juraba que era el amor de mi vida.
-Bueno, como todos los críos, ¿no?.
+No. Como todo el mundo. El primer amor y el último se sienten igual. Eso es lo que se tarda en entender.
-¿Y cuando te diste cuenta tú?.
+Cuando dejé de rascarme. Llega un día en el que te das cuenta de que de ese amor solo quedas tú, que lo único que te ata a él es esa herida, y que haciéndola sangrar no mantienes vivo su recuerdo, sino el dolor de la pérdida.

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