Y de repente sentí el impulso de dejar mi mundo por ti, de dejarme convencer, de confiar en un sentimiento que por aquellos momentos desconocía. Quise mirarte a los ojos, quise romper la barrera que nos podía separar, arremetí con fuerza contra todo aquel recuerdo triste que quedaba del pasado, y me dejé llevar. Resquebrajé el dolor en el momento en el que soñé poder hundirme en tus labios y lloré de felicidad viéndome reflejada en tus ojos. Sentí miedo, mucho miedo de pasar a ser un simple capricho, pero conseguiré abrirme paso, hacerme grande, agrupar valor. No me cansaré nunca de luchar por ti, de decirte cuánto te quiero, te sentiré cerca una y otra vez, soñaré cada noche contigo, cuando nos alejemos sufriré cada adiós, valoraré cada te amo y aprovecharé cada beso. Te colaste tan adentro..., tan adentro que pudiste palpar con ambas manos mi corazón, te entregué mi vida, olvidé todo lo que era mi yo antes de ti. Me daré cuenta de que esto no tendrá fin, que he perdido la cabeza, que no existe un yo sin un tú. Y te lo diré, te haré saber que lo eres todo para mí, viviré los mejores días de mi vida junto a tu sonrisa, sonriéndote y amándote. Me haces mejor persona, llegué a perder todo aquel rastro malo de mí, comprendí de una vez, que había nacido para amarte.

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