martes, 6 de marzo de 2012

No me vengas con caras tristes que te reviento a sonrisas.

Nuestro primer error fue que terceras personas que no fueron llamadas se metieron donde absolutamente nadie les llamaba. Y yo que estaba enganchada a ti tuve que ver como la querías a ella. Y como la tratas. A ella. Que no te quiere ni una milésima parte de lo que te quiero yo. Y tuve que dejarte ir, tuve que aguantarme las ganas de reír con tus bobadas, las ganas de saludarte, de hablar contigo, las lágrimas al verte con sus cosas. La rabia al verte mal por ella. Porque yo podría darte todo, y tú sin ella no tienes nada. ¿Qué pena, verdad? ¿A ti no te duele recordar los momentos que hemos pasado juntos? ¿Las risas, todo? Y ahora nada. Ahora cuando te quiero me ignoras, cuando dejo de hacerlo me saludas para impedir que te olvide, y yo ya no te sonrío. Yo ahora giro la cara. Y sí, estoy llorando. Estoy llorando porque te quiero, porque me está matando estar así contigo. Tú y yo estuvimos a punto de ser lo todo. Por favor, busca la solución a esto y dime que a ti te está doliendo tanto como a mí.
Pero no, no te preocupes. Esta vez me lo voy a callar. Esta vez nadie sabrá que sigues siendo el primer pensamiento al despertar. Esta vez esto se queda solo conmigo.

Tú llorando por ella y yo llorando por ti. Ese es el error.

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