echar el cerrojo a cada sentimiento en falso.
La vida me ha enseñado a dar la mano, nunca el brazo, guardar algo para el día en el que no haya más abrazos. La misma que he aprendido a desconfiar de algo bello, si el amor te besa el cuello y luego te cuelga de un lazo. Saco folios olvidados en cajones, y no me asombro al ver esos tachones donde eché tantos cojones, y ahora impone lo que ahí pone por razones más que obvias, si pierdes la conciencia es que no tienes memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario